Ansiedad
La ansiedad es una respuesta de defensa ante un peligro futuro y su finalidad es protegernos ante ese posible peligro. En la ansiedad se contemplan las respuestas de miedo y de estrés, además de una evaluación cognitiva más elaborada cuyo resultado es la formación de una actitud hacia el estímulo temido. Funciona dirigiendo el foco de atención hacia el estímulo, ignorando otros que puedan ser irrelevantes y movilizándonos para actuar con velocidad promoviendo las conductas de escape y evitación como forma de ponernos a salvo. Cuando se activa ante peligros irreales se torna en desadaptativa siendo la base de las fobias, la ansiedad clínica y el pánico.
Cuando nos encontramos en una situación de peligro, se producen unos cambios en el organismo y en el procesamiento de la información que nos impulsan a la respuesta de defensa. Esta defensa consiste en la huida o en el ataque y constituyen respuestas desarrolladas de forma evolutiva, por lo que son instintivas. Cuando estas formas de responder no son posibles se produce una reacción de inmovilidad hasta que desaparezca el peligro o hasta que el individuo pueda llevar a cabo la huida.
Cuando estas reacciones aparecen ante un peligro real, la respuesta nos ayuda en la supervivencia, por tanto, es adaptativa. Sin embargo, cuando aparecen ante una situación que no supone una amenaza real, la ansiedad se convierte en desadaptativa, comenzando así a constituir un problema si se mantiene en el tiempo o su intensidad o duración son desproporcionadas. Así los síntomas que se perciben durante un episodio de ansiedad, no son más que los cambios fisiológicos y cognitivos que aparecen ante una situación de peligro. La diferencia es que, en una situación de peligro real, no somos conscientes de estas reacciones fisiológicas porque nuestra atención se dirige a librarnos del peligro lo antes posible. Sin embargo, cuando el peligro real no existe, sí somos conscientes de estas reacciones (experiencia de angustia), dando lugar a la reacción propia de la crisis de ansiedad y sus interpretaciones erróneas o miedos que se mantendrán en el futuro por el aprendizaje que conlleva esta experiencia (experiencia subjetiva de la ansiedad).
La reactividad fisiológica del organismo (o umbral de respuesta de activación) sumado a la historia de aprendizaje y la propia idiosincrasia del individuo pueden constituir las variables que, en unión con una situación que genere una respuesta de estrés, provoquen una reacción de ansiedad de estas características. Ésto significa que la ansiedad interactúa con otros rasgos de personalidad, ambientales y hereditarios, que hacen que algunas personas sean más sensibles o vulnerables a tener estas reacciones.
El estrés puede surgir tanto ante eventos negativos como positivos. Depende de si esa respuesta de estrés es ajustada o no, el hecho de que aparezca la ansiedad clínica o la adaptativa. Los episodios aislados de ansiedad elevada o de crisis están presentes en la población general, no constituyéndose así un trastorno propiamente dicho. Para diagnosticar un trastorno es necesario que los episodios sean recurrentes y provoquen malestar significativo, así como deterioro en la vida del individuo, ya sea a nivel social, laboral o en la esfera personal.
La diferencia entre ansiedad generalizada y la crisis de ansiedad o episodio de pánico radica en la temporalidad y el grado de respuesta: La crisis de ansiedad viene determinada por un episodio agudo (repentino) de ansiedad muy elevada y miedo intenso hacia un futuro inmediato, y los síntomas suelen estar presentes en mayor o menor medida. La ansiedad generalizada es un estado de activación no tan intenso pero extendido en el tiempo y dirigido hacia un futuro menos inminente (preocupación).
SÍNTOMAS DE LA ANSIEDAD
Temores comunes ante un episodio de ansiedad intenso:
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Asfixia: sensación que se explica por la dificultad para respirar debido a la tensión muscular. La interpretación catastrófica aumenta la intensidad y frecuencia de la respiración provocando hiperventilación. Ésta provoca parestesia o mareo. La asfixia es imposible porque aunque se puede controlar la respiración parcialmente, ésta es un proceso involuntario que depende del sistema nervioso vegetativo.
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Infarto: se explica por la aparición de palpitaciones y opresión en el tórax, propias de las situaciones de alarma.
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Volverse loco, perder el control: sensación de irrealidad producto de el desconcierto que genera la evaluación cognitiva en los estados ansiosos cuando no existe peligro real.
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Desmayo: sensación de mareo por aumento de la presión sanguínea debido a la activación del sistema nervioso simpático.
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Ver lucecitas: ampliación del campo visual por apertura de la pupila.
Síntomas de la ansiedad que se experimentan habitualmente:
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Palpitaciones: El corazón se acelera. Bombea sangre cargada de oxígeno hacia el organismo para preparar la huida o la lucha.
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Sudoración: Se pone en marcha el proceso refrigerante del organismo para contrarrestar la subida de temperatura que supone la activación.
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Temblores: Tensión muscular necesaria para la respuesta de defensa ante un peligro.
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Sensación de atragantarse, sequedad de boca: El sistema digestivo se desactiva para dirigir la sangre a los músculos y los órganos encargados de la respuesta de defensa.
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Opresión en el tórax: Tensión muscular.
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Sensación de ahogo, mareos: Hiperventilación ocasionada por la respiración acelerada y su consecuente sobrecarga de oxígeno en la sangre. El no salir corriendo, por ejemplo, implica que ese oxígeno no se consume.
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Náuseas: Desactivación del sistema digestivo.
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Desrealización: Interpretación cognitiva errónea de los síntomas.
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Miedo a perder el control, a volverse loco, a morir: Interpretación cognitiva errónea de los síntomas.
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Angustia: sentimiento o experiencia consciente de la respuesta de ansiedad.
TRATAMIENTO DE LA ANSIEDAD
Para trabajar la ansiedad adecuadamente es necesario abordar los tres componentes psicológicos implicados en la respuesta de ansiedad:
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Componente Fisiológico-Somático: En un episodio de ansiedad, constituye la activación del Sistema Nervioso. El tratamiento se dirige a disminuir esta activación mediante técnicas de relajación altamente efectivas.
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Componente Cognitivo-Evaluativo: Supone la percepción de la ansiedad y su evaluación subjetiva mediante pensamientos catastrofistas y basados en el razonamiento emocional y otras distorsiones del pensamiento. Se comienza por ofrecer información acerca de qué es la ansiedad, qué está sucediendo en un episodio o en la cotidianeidad y cómo cambiar los pensamientos que fomentan la respuesta de ansiedad. Reestructuración cognitiva para la reinterpretación de la realidad de una forma racional y adaptada.
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Componente Conductua-Volitivo: Comprende el afrontamiento ante respuestas de búsqueda de seguridad que perpetúan la ansiedad. Exposición en vivo para afrontar los síntomas, comprobar que sus predicciones catastróficas son erróneas y extinguir las respuestas de escape y evitación que resultan cada vez más limitantes son respuestas conductuales que forman parte del tratamiento.